Corto Maltés: Las Helvéticas


 

Hay autores de historieta que trascienden lo suficiente como para volverse referentes de las generaciones posteriores (y las propias incluso). Un caso muy claro de esto es el de Hugo Pratt, el autor nacido en Italia, que con su vasta trayectoria se convirtió en un punto ineludible a la hora de hablar de este medio. Dentro de su obra se encuentran algunos clásicos argentinos como Sargento Kirk, Ticonderoga o Ernie Pike, todas colaboraciones en la estancia de Pratt en nuestro país con el también vital H.G. Oesterheld. Pero si hablamos de Hugo Pratt, inmediatamente lo asociamos con su creación más popular, creada ya a su vuelta a Europa en 1967: el Corto Maltés.

Corto Maltés es una especie de pirata, marino, contrabandista según el momento de la historia que leamos que sirve de puente para que el autor explore todas las geografías que él mismo iba descubriendo (Italia, Etiopía, Suiza, Argentina, Siberia, etc) y un período histórico muy definido (1914 a 1924 aproximadamente si tomamos la fecha de las primeras y las últimas historias) que sirve de marco para todas sus aventuras y que también parecía ser de interés de Hugo Pratt, si consideramos algunas otras obras como los "Escorpiones del Desierto" por ejemplo. 
En este caso vamos a quedarnos con una de las últimas historias del Corto Maltés: Las Helvéticas. Si bien el título hace pensar en una continuidad con historias anteriores, cómo Las Célticas o Las Etiópicas, aquellas eran en realidad los títulos de álbumes que encerraban varios relatos cortos ubicados en esos lugares (y cada uno con su propio título), mientras que esta vez tenemos una sola historia larga. Pero esa no es la única diferencia: en las Helvéticas el grueso del relato ocurre en la mente (o sueño) de Corto Maltés.


El libro comienza con Corto y su amigo el profesor Steiner llegando a un pueblo Suizo, a donde Steiner había sido invitado a una convención de alquimia o algo así. Si bien suena medio extraño, los vínculos de las aventuras de Corto Maltés con ocultismo, sociedades secretas y demases no son una rareza. Ambos llegan a la casa de un amigo de Steiner, el -verídico- escritor Herman Hesse, que no está aún en el lugar para recibirlos. En su lugar son recibidos por un niño de nombre Klingsor, que ni bien queda a solas con Corto nos da un atisbo de que hay algo extraño, confundiendo al protagonista con su identidad y fundiéndose luego, en una especie de dibujo con personajes literarios. Steiner regresa desconociendo que hayan visto a ningún niño (cosa que habían hecho los dos un par de páginas antes) y le da a Corto Maltés un pequeño resumen de lo que son las fábulas, leyendas y mitos de helvecia (actual Suiza... Es decir "las fábulas helveticas", de ahí el nombre del álbum). Corto toma un libro de la biblioteca de Herman Hesse, dado que tienen que pasar la noche allí, y una vez calmo en su habitación, leyendo, la realidad y la ficción se mezclan, y a través de un "sueño" vamos a explorar gran parte de ésta mitología helvética. El caballero Klingsor y su búsqueda de la rosa alquímica, el santo Grial, los demonios, la muerte, los ogros, las hadas ninfómanas, los caballeros templarios, todos elementos que conocemos (bah, algunos no tanto) y que son parte de las historias clásicas o fábulas de esa parte de Europa, se darán cita para interactuar con Corto Maltés, en una historia que es por momentos difusión de esos conceptos, tal vez intentando picar la curiosidad del lector, y, por otro lado, son mostrados bajo el tamiz del protagonista -que podría ser la visión de Hugo Pratt- que siempre  está calmo y desinteresado, y parece sacarle dramatismo a cualquier cosa que se le ponga adelante.
Hacia el final, habiendo cumplido los requisitos de este mundo de fábula para poder escapar, Corto Maltés se despierta, e interactúa con dos personajes reales históricos, como el verdadero Herman Hesse y la pintora Tamara de Lempicka, con quién nuestro protagonista se va a Zurich, a una siguiente aventura que aparentemente Pratt nunca dibujó.



Las Helvéticas se publicó originalmente en 1987, y es el anteúltimo encuentro entre Hugo Pratt y su personaje estrella. Como ocurre con los últimos libros de Corto, Pratt está mucho más interesado por la narración que por los dibujos, así que este último se ve reducido a la mínima expresión (de Hugo Pratt, que no es poco) y los diálogos son más protagonistas, por momentos demasiado, con algunos globos de texto que literalmente "se comen" el cuadro. A tal punto estaba despreocupado del dibujo que sólo dibujó los personajes, dejando los escenarios y los vehículos (estos últimos excelentes) en manos del dibujante Guido Fuga. Los estudiosos de la obra de Hugo Pratt podrán apreciar ésta evolución, pero para el lector ocasional  no va a ser el álbum más agradable a los ojos. Si encima sumamos la característica de la historia, vamos a tener una serie de referencias que van a despertar nuestro interés en saber más de la cultura helvética y sus mitos, incluso en saber quién fue Herman Hesse y demás, pero por ahí se nos pierde un poco el Corto Maltés en el medio de todo ésto. Es un álbum interesante, pero si nunca leíste nada de Corto Maltés y de Hugo Pratt, empezar por acá podría dar primeras impresiones equivocadas.
Esta historia se encuentra publicada en castellano en varias ediciones, siendo la de Norma editorial tal vez la más conocida. También la bibliografía completa de Corto Maltés fue publicada en Argentina por Clarín, como parte de una colección de la revista Ñ en 2010, apareciendo Las Helvéticas en el tomo 12 de la misma. Por suerte, ya que el antecedente inmediato, también por parte de Clarín, había sido el tomo 2 de la Colección Clarín de la Historieta en 2004, dónde tuvimos muchos el primer pantallazo del Corto , con un libro bochornoso que traía "La Balada del Mar Salado", la primera historia, con cuadros remontados, ampliados y cortados, para adaptarse al formato de la colección.  Justicia para Corto Maltés entonces con una segunda edición bonita y barata, que aún hoy se consigue con facilidad.

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